Todo empezó con la primera pantalla, el cine, donde la industria del marketing y la publicidad no tardaron en darse cuenta del potencial que ofrecía este medio. Una explosión de posibilidades, que llegó a su madurez en la segunda pantalla, La TeleVisión. Que optimizó las franjas horarias y las temáticas de los programas para lanzar campañas publicitarias dirigidas, con la esperanza de que el impacto publicitario disparara las ventas. Funcionó.
El marketing vivía su momento de auge, los usuarios ya estaban acostumbrados a soportar las interrupciones publicitarias, pero el mercado necesitaba más, quería controlar al usuario, saber quien era o sus gustos, para ofrecerle una perita en dulce que no pudiera rechazar… Fue la tercera pantalla la que le proporcionó todo esto. Con el ordenador y gracias a Internet, el marketing consiguió todo lo que necesitaba, depurando la técnica y creando un imperio, reflejado en uno de sus máximos representantes Google, ha sabido engrasar la maquinaria hasta límites insospechados.
La industria se transformo y las redes sociales crearon nuevos trabajadores con la misión de gestionar la gran cantidad de información «BIG DATA» que el usuario vertía en sus perfiles sociales y en su navegación. No se detuvo aquí, en su siguiente paso quería acompañar al usuario a todas partes, rentabilizar cada segundo de atención y eso lo consiguió con la potabilidad de la cuarta pantalla, las tablets y smartphones.
Las APPs permiten que el consumidor use la tecnología siempre conectado, en movimiento y que la carga publicitaria vaya sesgada y enfocada a los gustos del usuario, con un dispositivo listo para comprar si es necesario.
Pero no acaba todo aquí, la industria está perfeccionando el siguiente paso, la nueva piel de la ciudad. Cuando los ojos cansados de los consumidores descansen de sus dispositivos, la quinta pantalla, encargada de sustituir los viejos carteles publicitarios estáticos, estará preparada para ofrecer al usuario, en escasos segundos de atención, el deseado mensaje publicitario.
Una pantalla que se torna en fundamental cuando estamos cerca de un establecimiento o nos acercamos a su interior a curiosear… En poco tiempo la tecnología ofrecerá contenido sesgado con los gustos del usuario, gracias al reconocimiento facial o al reconocimiento del dispositivo que portemos y con ayuda del Big data de la vigilancia electrónica queda poco para llegar a la ciencia ficción que nos ofrecía la película de 2002 Minority Report.Ese futuro ya está aquí.